SERVIDUMBRE POR DEUDA
En el marco de nuestro permanente compromiso por difundir y esclarecer aspectos que hacen a la realidad económica y financiera y su impacto en el sector micropyme, compartimos nota de opinión del Contador Daniel Hugo Perez sobre el endeudamiento.
Una nueva patología derivada de la pandemia del Covid19
Por CP Daniel Hugo Pérez (*)
Es sabido que la desigualdad es generadora de endeudamiento a todos los niveles: consumidores comunes, asalariados, jubilados, PyMEs y hasta el propio Estado en sus distintos estamentos, y en todos los aspectos de la vida.
Esto resulta en la intensificación de una forma de explotación ya conocida desde siglos como la “servidumbre por deuda”. En nuestro país baste con recordar el triste método de pago con “VALES” a trabajadores, tan común en grandes explotaciones agropecuarias, el cual me atrevería a afirmar que aún hoy se sigue utilizando.
Al día de hoy esa forma se mantiene vigente, potenciada y mejorada por el capitalismo financiero global, que agrega, como condimento de la desigualdad, la explotación de los consumidores individuales y pequeñas y medianas empresas a través del endeudamiento. La idea es generar la necesidad de financiamiento mediante formas gravosas –tarjetas de crédito, descubiertos bancarios, créditos personales fuera del circuito formal-, de forma tal de proporcionar años de interés a tasas muy superiores a las que los bancos y otros agentes financieros pagan por sus depósitos. Los bancos comerciales y una variedad de otros prestamistas capturan a legiones de asalariados, cuentapropistas, comerciantes, empresarios Pymes, etc, recibiendo pingües diferencias y haciendo mucho dinero de manera relativamente rápida y fácil.
Esta novedosa forma de servidumbre por deuda ha dado lugar a la figura de “acumulación por desposesión” que actualmente caracteriza al capital financiero.
Este es el escenario global de inicio de la tercera década del siglo XXI: un marcado y creciente proceso de desigualdad signado por una inequitativa distribución de la riqueza, donde el sistema financiero acumula por desposesión más que el sector industrial, agravado con la irrupción de la pandemia provocada por la veloz diseminación del COVID19.
La paralización casi generalizada de la actividad económica a nivel global ha determinado una irremediable alteración en el fluir de fondos de empresas de todo tipo y tamaño, en los ingresos de centenares de millones de asalariados y cuentapropistas y en las recaudaciones de los Estados, a lo que debemos sumar un alarmante incremento en la cantidad de desempleados generados por la crisis provocada por la inesperada aparición del virus.
A esta altura del análisis es de Perogrullo concluir que la consecuencia directa e irremediable será una imposibilidad generalizada de atender el pago de obligaciones contraídas, tanto de individuos, empresas y Estados. Es decir una cesación de pagos extendida a prácticamente todos los sectores de la economía.
Como dato que corrobora lo dicho destaco que: 9 de cada 10 hogares en Argentina tiene deudas y crece el atraso en impuestos y servicios. Las familias acumulan en nuestro país un endeudamiento por más de 1,8 billones de pesos en mayo, según datos surgidos de un informe elaborado por el Centro de Economía Regional y Experimental, consultora privada citada en una nota publicada en el portal de noticias Todo Noticias.
¿Cuál será la respuesta del poder financiero frente a esta situación de cesación de pagos generalizada?
¿Accederá a ofrecer quitas y esperas? ¿Condonará intereses y bonificará gastos y comisiones? ¿Enviará a incobrables sin mayores sanciones a determinados deudores? ¿Resignará ganancias extraordinarias y enjugará quebrantos?
Sinceramente no creo que nada de eso suceda. Si tomamos como patrón de comportamiento la crisis del 2008, provocada por el propio sistema financiero global, llegamos a la clara conclusión que no fue éste quien pagó los costos del dislate producido. Fueron los Estados y la economía en general, en definitiva los individuos de a pie, quienes asumieron los costos de los salvatajes. ¿Por que debiera ser distinto en esta crisis?
El devenir del comportamiento del capital financiero me lleva a la convicción que este, como en otras tantas oportunidades, saldrá indemne y que los perdedores serán también los mismos: consumidores comunes, asalariados, jubilados, PyMEs y el Estado en sus distintas formas, consumándose sí una nueva fase de acumulación por desposesión de estos sectores en manos del poder financiero, consolidando de esta manera una refinada y moderna forma de servidumbre por deuda, profundizando la desigualdad e incrementando el poder fáctico de este sector por sobre los otros sectores de la economía.
Está en los gobiernos la generación de vallas de contención, a través de normas claras y contundentes, para que esta patología no sea otro efecto desastroso de la crisis provocada por la pandemia del COVID 19
Mar del Plata, 25 de mayo de 2020.
(*) Ex Decano Facultad de Ciencias Económicas y Sociales U.N.M.d.P.
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